Llegará el día en que
descubra mi horizonte
los caminos dorados
se extiendan
la hierba clara se
deshaga en perfumes
y yo al ángel de mi hora
encuentre
sea él quien me
acompañe
en mi camino circular
y el cristal del
tiempo me revele
el significado de la
eternidad.
Ese día la brisa
parecerá suave
levitaré en su mítico
silencio
surcaré estrellas más
allá de la noche
y al final del día, embelesada
quizá comprenda
a quiénes alguna vez
creyeron en sirenas
unicornios, duendes
o hadas.
Llegará el día en que
el invierno sea primavera
en que el ave ya no
vuele solitaria
en que pueda habitar
el mundo sin ser vista
en el que en sueños
plácidos y, aún ausente
esté presente al
despuntar cada día.
Y todos se pregunten, o tal vez nadie
¿quién ha sido?
¿cómo ha podido
llegar hasta aquí este ser celeste?
y se
quedarán pendientes…
No hay poder terrenal
ni ciencia
que permita adelantar
una respuesta.
Pero llegará el día
y entonces escogeré
para mi último sueño
mi mejor recuerdo
y sin angustia, sin
prisa, sin miedo
dejaré que mi último
suspiro sea.
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La miro y veo una sola cara
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La miro y veo una sola cara
aunque depende del
ángulo
pueden ser varias
tiene boca que
pronuncia palabras difíciles
se alimenta y engorda
y ojos
que cerrados mienten
fácil
pero abiertos, sus
ojos son certeros
también tiene manos,
con frecuencia ásperas
que extendidas pueden ser solidarias.
La piel
es de mujer sensible,
clara, apetecible
intocable …
puede disfrutarse o
lamentarse.
El cuerpo…
no es abstracto, sin
forma
a veces duele verlo
arrastrarse entre las sombras.
Amar, odiar
ayudar, olvidar
comprender, perdonar,
castigar…
pesan
son sus verbos.
No quiere ni debe ocultarse
puede ser mejor.
Nos envuelve
nos supera
nos atrapa
trabaja para no morir
permanece inmune
atravesando miserias
se construye
como si fuera un
camino.
Es la realidad
mi calvario, mi
fortuna, mi destino.
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La Tierra, herida,
llora
pasmada, escupe sus
miserias.
Anochece…
patética pesadilla
del hombre
habitante en su
caverna de sombras.
Y era
brillo y remolinos
sobre el agua clara
las montañas,
paraíso y hierbas
el verde, horizonte
infinito
el mar, canción
eterna.
Besa, la brisa suave
invita
a las golondrinas de
la esperanza.
Amanece
la Tierra, herida,
quiere olvidar su llanto
sus lágrimas, ángeles
poetas
como gotas de lluvia
anuncian
estremecen en su lengua:
“el tiempo es hoy”.
Sus alas son palabras
que sacuden
hasta el más
infecundo grano de polvo
por imperio único de
su anhelo
la luz renace
y el aire se vuelve
puro.
La Vida, en sus
fauces, grita…
Su grito se hace
voces…
“¡Jardín de ensueños, Tierra bendita!”
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