12 jul 2010

LA BOTELLA ENCANTADA (Feria del Libro Infantil 2010)

LA BOTELLA ENCANTADA

--- FRAGMENTO ---

Autora: Silvia G. Franco
Editorial: Serendipidad
Presentación: 31 de julio de 2010, 17 hs. Stand 130
Feria del Libro Infantil
Primer capítulo:

Mientras sus pies inquietos castigaban la pelota que, en cada pique, dejaba su marca sobre la arena, unas gaviotas levantaban vuelo y ellos se sentían dueños de la playa.
- Vamos a la arena húmeda, pica más – propuso Tomás .
- ¡Dale! ¡Primero yo! –contestó Joaquín.
Todos los días, a la salida de la escuela, iban a jugar cerca del mar. No sólo a eso. También buscaban conchas, piedras y caracoles con la esperanza de hallar algo especial. Ese día, ya fin de la temporada veraniega, no había turistas y no hacía mucho frío considerando la época del año. El ronco quejido de las olas rompientes fue el sonido de fondo para una animada conversación.
- ¿Vos crees que habrá cofres con tesoros? -preguntó Tomás rascándose la nariz con las manos llenas de arena.
- Si hubiera ya los habríamos encontrado. Quizá los piratas tenían miedo de andar por acá…
- ¿Y el pulpo de dos cabezas? Elsa dice que lo encontró en la punta del acantilado. ¿Podremos alguna vez ver alguno? -dijo Tomás incrédulo.
- No sé… ¿pero a vos te lo mostró? -quiso saber Joaquín.
A veces, el mar devolvía coronas de flores de extraños rituales o ramos de novia que ellos recogían y volvían a arrojar.
- Mirá, ¿qué es eso? -exclamaron al mismo tiempo.
Un sol distante y opaco iluminaba el agua lo suficiente como para distinguir la botella de vidrio flotando suavemente en la orilla. Parecía común, de vino o licor. Suele haber muchas en el mar. La gente las arroja y él las devuelve, como diciendo… ¿y esto para qué lo quiero? Pero ésta era distinta.
- ¡Tiene un papel enrollado adentro! -gritó Joaquín sorprendido.
- ¡Debe ser un mensaje! -agregó Tomás con los ojos muy abiertos.
Pensaron en esas historias que tantas veces habían oído en boca de los adultos, cuentos de genios, buenos y malos, historias fantásticas llenas de magia. Muchas que en su infancia escucharon a su abuela Juana o a la tía Ana revivieron dentro de esa botella. Aún cerrada, tenía para ellos el atractivo de lo desconocido, del misterio. Tantas preguntas sin respuesta en las tardes de invierno, aquellas que habían querido hacer pero no se atrevieron, quizá tendrían sentido ahora.
Con la botella en las manos intercambiaron miradas de desconcierto y alegría. Buscaron alrededor para verificar que nadie los hubiera visto. Por suerte, ninguno de sus amigos estaba cerca. Sólo un par de perros habían sido testigos de lo sucedido.
Tomás tomó la botella, la alzó al cielo y le dijo a Joaquín:
-“Tenemos que hacer un pacto de honor”.
Ambos estuvieron de acuerdo. Desde pequeños habían compartido aventuras y secretos. Esto los uniría para siempre.
La ceremonia del pacto de honor era muy simple. Un círculo de piedras negras y brillantes. En el centro, junto a la misteriosa botella aún cerrada, ellos mismos, prometiendo que cualquiera fuese el contenido de la nota adentro seguirían adelante. Si por alguno de sus actos eran castigados injustamente, aceptarían su culpa, pero nunca se delatarían. Jamás contarían este secreto.
Si dentro de la botella había algún genio escondido, rogaban que fuera bueno. Pero, si era malo, habían decidido, antes de abrirla, escribir una nota al hermano mayor de Joaquín explicando todo. Así lo hicieron y la dejaron en el escondite que los hermanos tenían en la cueva de los acantilados. Sabían que el hermano de Joaquín iba todos los días allí a las cinco de la tarde, cuando salía de la escuela. Si algo les sucedía, la encontraría.
Una vez tomados estos recaudos, estaban finalmente listos.
Joaquín agarró la misteriosa botella con las dos manos y Tomás tiró con fuerza del corcho. Cerraron los ojos. Luego de unos segundos, los abrieron sin prisa. No apareció ningún genio, ni tembló la tierra.
Efectivamente, pudieron comprobar que el papel enrollado era una nota que decía:
“Queridos amigos: Mi nombre es Elena y vivo en el fondo del mar. Mi corazón está aquí junto a los animales marinos, las plantas acuáticas, mi mejor amiga Clara y las otras hermanas, doncellas del mar como yo. Por indicación del hada del mar, decidimos escribir varias cartas y ponerlas dentro de botellas que dejamos flotando a la deriva. Queremos que sepan que existimos, que somos felices y ansiamos saber más de ustedes, los que viven sobre la tierra…”
Los amigos se miraron. Sospecharon que podría tratarse de una broma de alguna de las chicas de la escuela. Quizás los estaban espiando, muriéndose de risa de ellos por haber caído en semejante trampa. Pero, ¿y si no era así? Si en verdad existían las doncellas del mar... Siguieron leyendo.
“…por eso, de acuerdo con las indicaciones de nuestra hada protectora, necesitamos que quien crea en nosotros nos escuche…”
Con mucho detalle Elena había escrito lo que ellos debían hacer.
Decidieron continuar hasta las últimas consecuencias tal como habían prometido, especialmente cuando leyeron el final de la carta:
“…esto permitirá a quienes nos ayuden, algún día, conocernos.”

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Dos amigos inseparables, una misteriosa botella y aventuras compartidas…ingredientes indispensables en esta increíble historia

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

ME ENCANTO EL LIBRO

__BAN__ dijo...

LA VERDAD NO LOS LEI A TODOS... PERO LO QUE LEI BASTANTE BUENO! LA FELICITO... Y FELICITACIONES A SU HIJO TMB POR HACER EL BLOG...

Iara dijo...

quiero saver si la istoria paso de verda. Iara