20 nov 2010

El “Ner” (publicado en “Cuentos para acompañar un café”)

Me dicen “El Ner”; no es mi nombre, así me dicen. Tengo como doce años, más o menos, quizá menos. Mi cabeza está en muchos lugares al mismo tiempo; pienso y pienso…y mis oídos aprendieron a escuchar, por necesidad. Hago de todo, tengo que arreglármelas desde que tengo memoria. ¿Si estoy con alguien mayor? Una tía. A veces me trae ropa o comida. En realidad creo que no tiene nada que ver conmigo, pero ella quiere que yo le diga así, y yo le digo ¡bah! No me cuesta nada. ¿Hermanos? ¡Qué se yo! Creo que no, al menos no los conozco. Vivo con unos pibes ahora, nos acomodamos donde nos dejan. Por lo general en algún porche, galería o cochera, abajo del puente…Es que a veces los lugares están ocupados y tenemos que buscar otros cuando se viene la noche, para no tener problemas con los grandes. ¿Qué hago? Ya le dije, de todo. Junto cosas durante el día, con el carrito. Voy con “El Piojo” y “El Grano”. Seguro que ésos tampoco son sus nombres, así les dicen. “El Piojo” porque está siempre rascándose la cabeza, tiene esos bichitos ¿vio?; y “El Grano” está lleno de un sarpullido rojo en la cara, como un rayador. Juntamos de todo: diarios, botellas, cartones, lo que la gente tira. Luego se lo vendemos a un tipo que viene a buscarlo con un camión, y nos da algo de plata. Al Grano le da también otra cosa que a él le gusta, pero eso no se lo voy a contar, porque juré que no se lo iba a decir a nadie; son cosas de él; el Piojo y yo no nos metemos. Y sí, es muy feo estar en la calle, pero uno se acostumbra. En invierno miramos adentro de las casas, las familias, junto a la estufa. Pero peor es que te internen. Cuando era más chico, estuve internado; no me gustaba estar encerrado, y los que te cuidan no te quieren, yo me doy cuenta. Por eso me escapé. Pero no todo fue malo; en ese tiempo aprendí a leer y a escribir. De los chicos, soy el único que puede. El Grano y El Piojo no saben ¿vio? Eso me hace sentir importante. Del internado traje un libro. ¡Espere que se lo muestro!, siempre lo llevo conmigo. Acá está, El Principito, es genial, porque él es un nene que está sólo, como yo, y se encuentra con distintas personas y tiene que aprender cosas a la fuerza, como yo…Además, leo los chistes de los diarios o los títulos de las revistas antes de dárselas al tipo del camión. De ahí viene lo de “El Ner” porque una vez me dijeron que los nerds son los que saben de todo, porque estudian, así me dijeron. Por eso vine a verlo; yo quiero estudiar, y leí que la escuela es obligatoria. Quiero anotarme. Le prometo que voy a venir todos los días, bien limpito. Con lo que gano en la calle me voy a comprar los libros y las carpetas… ¡por favor!...
No, nadie me puede anotar, ¿mamá? ¡Quién sabe! ¿Documento de identidad? ¿Partida de nacimiento?...No, no tengo nada de eso, pero puedo conseguirlo… ¡por favor!....

Nota: En el lenguaje cotidiano, los adolescentes pronuncian “ner”, por “nerd”, haciendo referencia a alguien muy estudioso.

1 comentario:

Susana Quiroga dijo...

Hola Silvia, qué bueno tu cuento,buen manejo de la tensión, del enfoque comprometido. Adelante.

Un abrazo
Susana Quiroga de Jujuy