¿Cuándo
se perdieron los sentimientos?
Como ya dije,
en el vivero vivían cientos de pompis; algunos, eran bailarines, otros
escritores o poetas, los había deportistas, diseñadores de sombreros y otras
múltiples profesiones importantes para los pompis. Ellos sí sabían sobre Paloma
y sus cualidades artísticas. Pero
ninguno estaba dotado para pintar como ella lo hacía.
-¡Enseñános a
pintar! –rogaban a Paloma los pompis de las lilas.
-¡Nosotros
también queremos aprender! –se animaron los pompis de los cactus.
Y así nació la idea de que Paloma enseñe su
arte. A su escuela de pintura asistían muchos interesados, incluso de jardines
vecinos.
Un día llegaron
al vivero unos macetones repletos de orgullosas achiras o lenguas de dragón,
como también se las conoce. De color rojo, amarillas, y multicolores, colmadas
de pompis altivos y poco sociables.
La comunidad
del vivero no recibió con agrado a los recién llegados. Ellos tampoco se
acercaron para conocerse y, al poco tiempo, comenzaron algunos problemas.
Los pompis de
las alegrías del hogar un día llegaron a sus
flores y sus vestidos rojos no estaban. Los pompis de los malvones, tan
comunicativos, trataron de mediar para encontrarlos. Fueron de flor en flor
preguntando y averiguaron que los pompis de las achiras los habían tomado
prestados, sin pedir permiso a sus dueños.
-¡Eso no se
hace! –les dijeron- ¡Deben devolverlos!
-Los
devolveremos luego de usarlos -contestaron.
Y eso, no le
gustó a nadie.
Después, los
pompis de las achiras organizaron una fiesta y no invitaron al resto de las
comunidades. Usaron los vestidos de los pompis de las alegrías del hogar. La
música se escuchaba en todo el vivero, había gran baile y diversión.
Esto tampoco
gustó a los pompis del vivero.
Nuevamente, los
pompis malvoneses intercedieron.
-Demos una
fiesta nosotros e invitemos a todos, incluso a los recién llegados, así
tendremos la oportunidad de hablarles –propusieron.
-¿Están
sugiriendo que vengan esos pompis que todavía no nos devolvieron
nuestros vestidos rojos? –dijeron los pompis de las alegrías- ¡Ni lo sueñen!
-¡Nosotros
tampoco iremos! –agregaron los de las camelias y las amarilis.
-¡Ni nosotros!
–gritaron los de las azaleas.
Y todos se
disgustaron con los pompis de los malvones, porque no los entendían.
Ese día algunos
pompis del vivero empezaron a hablar lenguas distintas para no comunicarse con
los de los malvones y los de las achiras. Otros, directamente, no hablaron más.
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